jueves, 26 de febrero de 2015

Cuento De Shrek

Érase una vez… un intratable ogro llamado Shrek que vivía tranquilamente en un pantano muy lejano, lejos de los ruidos mundanales y, sobre todo, lejos de cualquier ser viviente que le pudiera molestar. Su vida transcurría tranquila y lo único que se molestaba en hacer era asustar a los intrusos que se acercaban a su hábitat.
Pero un día, su paz y soledad se ven alteradas, su hogar es invadido por las criaturas de los cuentos de hadas enviados allí por el malvado Lord Farquaad. Todos los personajes de cuentos de hadas han sido desterrados y no han encontrado un sitio mejor donde ir que el pantano de Shrek. Entre tantos personajes conoce principalmente a uno de ellos, a Asno, con el que decide ir a ver a Lord Farquaad para que desocupe el pantano. Para ello llegan a un pacto:
- Haré lo que me pides pero con una condición, dijo Lord, deberéis traerme a la princesa Fiona, rescatándola de un castillo rodeado de lava ardiente y custodiado por una dragona
- Aceptamos, dijeron los dos.
Tras varios días de camino, llegan al castillo donde se encuentra la princesa Fiona,
Al llegar al castillo, Burro es el encargado de distraer a la dragona, a quien engaña fingiendo estar enamorado. Shrek logra rescatar a la princesa y huyen dejando a la dragona triste.
Los tres marchan felices en busca de Lord, a quien entregar a la princesa para que se case con ella. Durante el camino, suceden numerosas aventuras. Una de las noches que pasaron por el bosque…
- Ohh Dios!!! Pero Shrek si te has convertido en mujer…dijo Asno.
- NOO… soy Fiona, ven que te explico, desde niña me echaron un hechizo y por las noches me convierto en Ogresa. Solamente el beso de mi verdadero amor hará tomar la forma de él, o humana u ogresa.
Hablan un rato, refiriéndose a ella, comenta que nadie podría amar a una bestia tan repugnante. Shrek, quien sólo había escuchado esto, pensó que ella hablaba de él y desilusionado decide no confesarle su amor. A la mañana siguiente, cuando Fiona saluda a Shrek, él se muestra enojado e indiferente, ella le pregunta por qué su reacción y él le responde que había escuchado ‘todo’ y que efectivamente nadie podría amar a una bestia tan fea. Shrek, con ese comentario, se sintió muy mal por el supuesto rechazo de Shrek.
El ogro va en busca de Lord Farquaad para entregarle a la princesa, pues no la quiere ver más. Ella conoce a Lord y se sorprende de su corta estatura y arrogante actitud. Shrek recupera las escrituras de su pantano para volver a vivir solo y Fiona, resentida con Shrek le dice a Lord Farquaad que se quiere casar esa misma tarde.
Shrek regresa a su pantano, Burro lo sigue: – no puedes dejar que te quiten a Fiona, debes luchar por su amor.
- Ella no me quiere, me considera una horrible bestia, respondió Shrek.
- Estás equivocado, – contestó Asno- no era de ti del que hablábamos, sino de ella.
Shrek se da cuenta del malentendido y decide ir por Fiona. Burro, inesperadamente, llama a la dragona y vuelan a la Iglesia donde se celebraba la boda.
Al llegar, Shrek interrumpe y aclara todo, y sin importar las burlas de la gente, ellos se dan el beso del verdadero amor quedando así Fiona transformada en ogresa para siempre.
Tras este maravilloso beso salen los dos en una preciosa carroza y “vivieron feos para siempre”….

El Rayo McQenn

Cars

El Rayo McQuenn pasaba a toda velocidad un coche tras otro. Parecía un borrón rojo cuando aceleraba por la pista. Si McQueen ganaba la carrera de hoy, sería el coche más joven ganador de la copa Pistón.
Cuando la carrera casi terminaba, uno de los principales rivales de McQueen, Chick Hicks, causó un choque en la pista. Los únicos coches que quedaban en la carrera eran McQueen, Chick y El Rey, un veterano de las pistas de carreras, y uno de los héroes de McQueen.
La carrera finalizó en un emocionante tripe empate. McQueen, Chick y El Rey tendrían que realizar una carrera de desempate en California.
Como no quería desperdiciar ni un segundo, McQueen se puso inmediatamente en camino hacia la competencia. Pero después de una confusión en la autopista, se halló perdido y bastante enredado en el pequeño pueblo de Radiador Springs.
Todo sucedió rápidamente, pero cuando las cosas se calmaron,  McQueen estaba ruedas arriba, y también se las había arreglado para dejar gravemente dañada la calle principal.
Al día siguiente, McQueen, tuvo que presentarse ante el juez del pueblo, Doc Hudson, que pensó que sería justo darle la oportunidad de enmendar el daño que había hecho. Todo lo que McQueen tenía que hacer era reparar la carretera, y podría seguir su camino.
McQueen se dispuso a trabajar. Usando su poderoso motor, arrastró la máquina pavimentadora por la calle. En muy poco tiempo, había llegado al final de la calle.
Pero cuando los demás le echaron un vistazo a su trabajo, notaron que había quedado terrible. De hecho, la calle estaba peor que antes.
Doc Hudson estaba decepcionado y también pensó que el joven coche de carreras necesitaba una lección.
Doc hizo otro trato con McQueen. Si McQueen podía ganarle en una vuelta alrededor del camino de tierra, podría irse del pueblo.
A McQueen le pareción increíble su buena suerte. No había manera de que él perdiera.. o al menos eso pensaba.
"El rayo" McQueen corrió a toda velocidad por la recta y cuando intentó tomar la primera curva, sus ruedas giraron, pero él no. El camino de tierra no era suficientemente liso para sus neumáticos, y antes de darse cuanta, McQueen estaba en medio de unos cactos. Aceptando su destino, McQueen regresó a trabajar, y lo hizo muy duro. Cuando terminó, la calle se veía mejor que en muchos años.
McQueen se sintió orgulloso del trabajo que había realizado en la calle. De hecho, el pequeño pueblo empezaba a gustarle.
Pero justo cuando el brioso coche de carreras comenzaba a sentir que podía quedarse en Radiador Springs por un tiempo, lo rodeó una multitud de reporteros que querían saber en dónde había estado.
McQueen comenzaba a sentirse abrumado por todos los reporteros que se le acercaban, y entonces escuchó una bocina conocida. ¡Era Mack!
Mack era su trailer y lo llevaría el resto del camino a California. Después de todo, había una gran carrera que McQueen quería ganar.
El viaje terminó y casi sin darse cuenta, McQueen se hallaba en medio de la carrera de la Copa Pistón. El Rey y Chick iban juntos cuando Chick decidió tomar cartas en el asunto y causó un accidente que hizo que El Rey diera tumbos hasta quedar como una maraña de metal.
McQueen llevaba la delantera pero entonces vio lo que la había sucedido al Rey, su héroe. Todos amaban al Rey y esta era su última carrera antes de su retiro; no podía terminar con un choque. McQueen tenía que hacer algo.
¡McQueen pisó con fuerza sus frenos, aunque estaba sólo a unos centímetros de la línea de meta, a pundo de ganar la Copa Pistón!
La multitud se quedó sin aliento al ver que McQueen renunciaba a la victoria y se ponía detrás del Rey. McQueen sentía que El Rey había trabajado muy duro y durante mucho tiempo como para no terminar su última carrera, así que lo empujó hasta el otro lado de la meta.
Chick había ganado la carrera, pero a nadie le importó. El gran ganador en la carrera de hoy era el nuevo chico, "El Rayo" McQueen.

Cuento Toy Story 2

TOY STORY 2

Woody era un muñeco vaquero, el juguete favorito de Andy. Pero cuando Andy se fue a un campamento, él tuvo que quedarse en casa.
Mientras Andy estaba fuera, su madre llevaría a cabo una venta de garaje.
Entró a la habitación y recogió algunos de los juguetes. Iba a poner a Whezzy, el pinguino de juguete de Andy, en venta.
¡Woody y los demás juguetes tenían que salvarlo!
Woody salió rápidamente a la venta de garaje.  Mientras los otros muñecos hacían guardia, el vaquero se las ingenió para llevarse a Wheezy y con la ayuda del perro de la familia, pudo ponerlo a salvo. Pero antes de que Woody pudiera irse, un hombre llamado Al lo vio e intentó comprarlo. 
"Le doy 50 centavos", dijo Al, con mucha ansiedad.
"Lo siento", dijo la mamá de Andy, "no está en venta".
Al esperó a que la madre de Andy no lo estuviera mirando, robó a Woody y corrió a su coche.
Antes de que supiera lo que sucedía, Woody se encontró dentro del maletero de un coche desconocido.
Buzz, el guardian espacial de juguete y mejor amigo de Woody, vio lo que sucedía y trató de perseguir a su amigo.
El coche se alejó a toda velocidad, pero Buzz alcanzó a ver la placa.
Rápidamente, Buzz se dirigió a la casa para hablar con los demás juguetes.
Woody era su amigo y tenían que hallar la manera de recuperarlo antes de que Andy regresara.
A todos los juguetes les preocupaba dónde podría ir a parar Woody.
En el departamento de Al, Woody vio que no estaba solo: había otros tres muñecos -un caballo, una vaquera y un viojo Capataz- en la repisa con él.
¡Eres tú! exclamó la vaquera. Me da mucho gusto verte, Woody, agregó el Capataz.
¿Cómo saben mi nombre? preguntó Woody.
La vaquerita le mostró a Woody un viejo programa de TV, en donde Woody era la estrella,  Tiro al Blanco era su caballo, y Jessy la vaquera y Pete el Capataz, eran sus amigos.
A Woody le emocionó saber que era un integrante de la famosa Pandilla de Rodeo. Pero al enterarse de que Al los llevaba al aeropuerto para enviarlos a un museo en Japón, a Woody se le acabó la emoción. Extrañaría a Andy, pero echaría de menos especialmente a sus amigos. Tan sólo pensar que los dejaría lo hizo sentirse triste.
En el momento en que Woody y el resto de la Pandilla de Rodeo estaban a punto de quedar encerrados dentro del avión, escucharon la voz.
¡Era Buzz! Había ido a rescatar a Woody, ¡y varios de los otros juguetes estaban con él!
Fue un rescate muy arriesgado, pero Buzz logró poner a salvo a Woody, a Jessie y a Tiro al Blanco.
¡Y cuando Andy regresó a casa del campamento, le fascinó encontrarse con dos muñecos nuevos!

Cuento De Enredados-Rapunzel

Cuento Disney RapunzelCuento Disney RapunzelCuento Disney Rapunzel

Todo comenzó hace mucho tiempo, en un antiguo reino, cuando una gota del cayo del cielo y se convirtió en una flor mágica con el poder de sanar enfermos y heridos. Una anciana llamada Gothel la encontró y decidió quedársela para ser joven y bella eternamente.
 
Cuento Disney Rapunzel Siglos después, la reina de este mundo mágico enfermo al dar a luz, y sus súbditos estuvieron buscando una cura por todo el reino. Por suerte, encontraron la flor oculta y utilizaron sus pétalos mágicos para curar a la reina. La reina dio a luz una bella Princesa llamada Rapunzel, que nació con todo el poder de la flor en su cabello.
 
 
  Cuento Disney Rapunzel     Cuento Disney Rapunzel
 
 
Cuento Disney Rapunzel La egoísta Gothel se dio cuenta de que si le cortaba el cabello a Rapunzel, la cabellera perdería todo su poder, así que rapto a la Princesa para quedarse con el poder mágico de su cabellera. Gothel encerró a rapunzel en una torre en medio de un bosque, donde la crió como si fuera su hija.
 
Cuento Disney Rapunzel El Rey y la Reina buscaron a su hija incesantemente, lanzando todos los años farolillos al cielo para tratar de conseguir que regresara. Rapunzel se crió sin saber que esas extrañas y hermosas estrellas que veía desde la ventana cada año el día de su cumpleaños iban destinadas a ella.
 
Cuento Disney Rapunzel El día en que cumplía 18 años, un carismático ladrón llamado Flynn Rider escalo la torre y prometió a Rapunzel que la ayudaría a encontrar el origen de aquellas estrellas tan extrañas, los farolillos, y se ofreció a escoltarla de vuelta al reino.
 
Cuento Disney Rapunzel Tras dar a penas unos pasos por el mundo exterior, Rapunzel se dio cuenta de que no era tan aterrador como Gothel le había hecho creer; sobre todo cuando Flynn la llevo en barca para ver los farolillos que iluminaban el reino.
 
Cuento Disney Rapunzel Al descubrir que Rapunzel había escapado, Gothel fue en su busca acompañada de los enemigos de Flynn. Logro encontrarlos en la orilla del lago, y fue entonces cuando Gothel le hizo creer a rapunzel que Flynn la estaba traicionando y que quería secuestrarla para quedarse con su cabello. Ajena a la verdad, Rapunzel regreso con Gothel a la torre.
 
 Flynn corrió de vuelta a la torre para liberar a Rapunzel pero cuando lo escalar hasta la ventana, ¡Gothel lo apuñalo por la espalda! Al ver a Flynn sufrir, Rapunzel hizo un trato con Gothel: Podría volver a utilizar su cabello si le permitía curar a Flynn.
 
Cuento Disney Rapunzel En ese preciso instante, Flynn corto la cabellera dorada de rapunzel con un trozo de espejo roto para liberarla de la terrible carga de Gothel ¡Y acto seguido murió en los brazos de la joven! Cuando Gothel vio que el cabello dorado de rapunzel se volvía marrón e inservible, tropezó y cayo de la torre, envejeciendo y convirtiéndose en polvo incluso antes de llegar al suelo.
 
Cuento Disney Rapunzel La Princesa, desolada, lloro y entono afligida la canción mágica que había mantenido viva a su madrastra a través de los años. ¡En ese momento una lagrima mágica cayo sobre la mejilla de Flynn y le devolvió la vida! Con Flynn todavía tumbado ente sus brazos, los jóvenes se besaron por primera vez. Después regresaron al reino, donde la familia Real se reunió emocionada y la Princesa abrazo, feliz al fin, a sus padres. Flynn y Rapunzel se casaron y vivieron felices para siempre.
 
 
Cuento Disney Rapunzel Cuento Disney Rapunzel
 
 
FIN

Cuento Blanca Nieves Y los Sietes Enanitos

En un lugar muy lejano vivía una hermosa princesa que se llamaba Blancanieves. Vivía en un castillo con su madrastra, una mujer muy mala y vanidosa, que lo único que quería era ser la mujer más hermosa del reino. Todos los días preguntaba a su espejo mágico quién era la más bella del reino, al que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía. El tiempo fue pasando hasta que un día el espejo mágico contestó que la más bella del reino era Blancanieves. La reina, llena de furia y de rabia, ordenó a un cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la matara. Y como prueba traería su corazón en un cofre. El cazador llevó a Blancanieves al bosque pero cuando allí llegaron él sintió lástima de la joven y le aconsejó que se marchara para muy lejos del castillo, llevando en el cofre el corazón de un jabalí.
Blancanieves cuento
Blancanieves, al verse sola, sintió mucho miedo porque tuvo que pasar la noche andando por la oscuridad del bosque. Al amanecer, descubrió una preciosa casita. Entró sin pensarlo dos veces. Los muebles y objetos de la casita eran pequeñísimos. Había siete platitos en la mesa, siete vasitos, y siete camitas en la alcoba, dónde Blancanieves, después de juntarlas, se acostó quedando profundamente dormida durante todo el día.
Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en unas minas. Se quedaron admirados al descubrir a Blancanieves. Ella les contó toda su triste historia y los enanitos la abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos. Blancanieves aceptó y se quedó a vivir con ellos. Eran felices.
Mientras tanto, en el castillo, la reina se puso otra vez muy furiosa al descubrir, a través de su espejo mágico, que Blancanieves todavía vivía y que aún era la más bella del reino. Furiosa y vengativa, la cruel madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque.
Allí, cuando Blancanieves estaba sola, la malvada se acercó y haciéndose pasar por buena ofreció a la niña una manzana envenenada. Cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada, para felicidad de la reina mala. Por la tarde, cuando los enanitos volvieron del trabajo, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que estaba muerta.

Tristes, los enanitos construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudiesen despedirse de Blancanieves. Unos días después, apareció por allí un príncipe a lomos de un caballo. Y nada más contemplar a Blancanieves, quedó prendado de ella.
Al despedirse besándola en la mejilla, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina. Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina del palacio, y desde entonces todos pudieron vivir felices.
FIN

Cuento Los Tres Cerditos

Los tres cerditos

    En el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar.
    El mediano construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él.
    El mayor trabajaba en su casa de ladrillo.
- Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras casas- riñó a sus hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande.
    El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó.
    El lobo persiguió también al cerdito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los dos cerditos salieron pitando de allí.
    Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor.
    Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó.
    Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito.
FIN

Cuento De Caperucita Roja

Caperucita Roja

    Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.
    Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.
    Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...
    De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella.
- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.
- A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita.
- No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta.
    Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.
    Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo.
    El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta.
    La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.
- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.
- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
- Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.
    Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.
    El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.
    Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.     
    En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.
FIN

Cuento De Aladino

Aladino era un joven que vivía en Oriente Medio. Al morir su padre, su madre tuvo que trabajar sin descanso mientras su hijo crecía en las calles sin oficio.Un día en el mercado, un anciano le preguntó por su padre, y al saber de su muerte lloró y le dijo:
- Soy tu tío Salim hermano de tu padre. Llévame ante tu madre. Pero en realidad era un mago africano.
Aladino lo llevo a su humilde casa y su madre no tenía que darles de comer. El mercader les dio unas monedas y les ofreció ayuda porque decía ser muy rico.
-¿Que oficio tienes? - le preguntó al muchacho y este no supo que decir; entonces su mamá contestó:
- No sabe nada, solo anda por las calles con sus amigos.
-¡Pero esto no está bien! Ven con migo a la India y te ayudaré a poner una tienda de ricas telas.
Por la mañana, partieron en camellos. Viajaron hasta la noche y el mago pidió a Aladino que recogiera leña para el fuego:
-Ve y luego te revelaré un secreto. - dijo el viejo.
Al rato frente a una enorme fogata el mago comenzó a pronunciar palabras mágicas y extrañas... ¡De repente del fuego, salió una puerta de loza amarilla! Aladino atemorizado quiso huir pero el mago le ordenó:
-¡Abre la losa, no te pasará nada y serás recompensado! Baja y atraviesa un jardín. Al final hallarás una lámpara de aceite colgada. ¡Tráemela! Aladino encontró la lámpara y dentro de ella un anillo que se puso en el dedo. Al regresar se llenó los bolsillos de piedras preciosas que pendían de los arbustos del jardín. Cuando quiso salir del pozo el mago no quiso ayudarle, solo quería que le de la lámpara Aladino le suplicó que lo sacara pero el mago se puso furioso y le dijo que antes de sacarlo prefería perder los poderes de la lámpara y de un golpe serró la pequeña puerta. Entonces todo era oscuridad y frío y el pobre joven comenzó a frotarse las manos para darse calor y como una nube de luz salió del anillo; era un genio que le dijo:
- "Amo haré lo que me ordenes" y sin pensarlo mucho Aladino le pidió que lo llevara a la casa de su mamá. En pocos segundos aparecieron allí y le contaron lo sucedido a su madre, esta muy triste dijo:
- Hijo no se que hacer, ya no queda dinero ni para la comida... El genio del anillo que estaba oyendo todo se disculpó:
- No puedo, solo puedo llevarte de un sitio a otro. La madre entonces decidió vender la lámpara y comenzó a frotarla con un paño para limpiar la suciedad. De repente apareció un horrible genio que con una vos espantosa dijo:
-Soy el esclavo de la lámpara .Ordenen y obedeceré. A partir de es día a Aladino y su madre no les faltó nada.
Aladino comenzó a aprender el oficio de comerciante y un día paseando por el mercado vio pasar a la hermosa hija del sultán quien lo enamoró con solo una mirada. Al llegar a su casa el joven pidió a su madre que llevase las piedras preciosas que había recogido en el jardín y que le pidiese la mano de su hija para poder casarse con ella. La mamá trató de convencer al sultán pero este le propuso: - Si tu hijo construye antes de mañana un espléndido palacio, consentiré esta boda. Aladino ansioso le pidió al genio de la lámpara que levantara un palacio de mármol y piedras preciosas, con el jardín mas bello de todos. Al día siguiente el sultán quedó impresionado al ver tal palacio y concedió la mano de su hija al muchacho. En pocos días se casaron y comenzaron una vida muy feliz.
Pero en África el viejo mago se enteró de que Aladino no había muerto y furioso emprendió su regreso para buscar la lámpara maravillosa. Al llegar compró lámparas nuevas y las llevó al palacio:
- ¿Quién cambia lámparas nuevas por viejas? - iba gritando. La princesa que estaba en el balcón ofreció la vieja lámpara de Aladino al anciano. Al anochecer el mago hizo aparecer al genio y le ordenó:
- Deseo que me lleves, junto al palacio y la princesa, al África. El genio arrancó el palacio y lo llevó en sus brazos rápidamente.
El sultán al enterarse sospechó de Aladino, entonces este tuvo que contarle a su suegro su desgraciada aventura:
- Te perdonaré la vida si antes de cuarenta días y cuarenta noches me traes a mi hija. - le dijo el sultán. El jóven estaba desesperado pero se acordó del genio del anillo y lo hizo aparecer y le ordenó que lo llevara junto a la princesa. Casi sin darse cuenta, aparecieron en África. El joven encontró a su esposa llorando. Llegó hasta ella y le contó lo sucedido.
- ¿Dónde está la lámpara ahora?
- preguntó a la princesa.
- El malvado mago no se separaba ni un segundo de ella.
Entre los dos elaboraron un plan: ella se puso hermosísima e invitó al mago a cenar y cuando este se entretuvo tomando una copa de vino Aladino aprovechó recuperó la lámpara y lanzó al viejo por el balcón. Luego hizo aparecer al genio y le ordenó que los devuelva a Oriente junto al palacio.
El sultán y la mamá de Aladino abrazaron felices a sus hijos al verlos llegar.
Organizaron una semana entera de festejos...Aladino llegó a reinar en Oriente y fue feliz con la princesa por mucho tiempo.
FIN

miércoles, 25 de febrero de 2015

La Sirenita Ariel


 
 Había una vez... en el fondo del más azul de los océanos, un maravilloso palacio en el cual habitaba el Rey del Mar, un viejo y sabio tritón que tenía una abundante barba blanca. Vivía en esta espléndida mansión de coral multicolor y de conchas preciosas, junto a sus hijas, cinco bellísimas sirenas. 
 
 Sirenita, la más joven, además de ser la más bella, poseía una voz maravillosa; cuando cantaba acompañándose con el arpa, los peces acudían de todas partes para escucharla, las conchas se abrían, mostrando sus perlas, y las medusa al oírla dejaban de flotar. La pequeña sirena casi siempre estaba cantando, y cada vez que lo hacía levantaba la vista buscando la débil luz del sol, que a duras penas se filtraba a través de las aguas profundas. "¡Oh!, ¡Cuánto me gustaría salir a la superficie para ver por fin el cielo que todos dicen que es tan bonito, y escuchar la voz de los hombres y oler el perfume de las flores!" "Todavía eres demasiado joven". Respondió la madre. "Dentro de unos años, cuando tengas quince, el rey te dará permiso para salir a la superficie, como a tus hermanas". 
 
 Sirenita soñaba con el mundo de los hombres, el cual conocía a través de los relatos de sus hermanas, a quienes interrogaba durante horas para satisfacer su inagotable curiosidad cada vez que volvían de la superficie. En este tiempo, mientras esperaba salir a la superficie para conocer el universo ignorado, se ocupaba de su maravilloso jardín ornado con flores marítimas. Los caballitos de mar le hacían compañía y los delfines se le acercaban para jugar con ella; únicamente las estrellas de mar, quisquillosas, no respondían a su llamada. Por fin llegó el cumpleaños tan esperado y, durante toda la noche precedente, no consiguió dormir. A la mañana siguiente el padre la llamó y, al acariciarle sus largos y rubios cabellos, vio esculpida en su hombro una hermosísima flor.
 
 "¡Bien, ya puedes salir a respirar el aire y ver el cielo! ¡Pero recuerda que el mundo de arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo! Somos hijos del mar y no tenemos alma como los hombres, Sé prudente y no te acerques a ellos. ¡Sólo te traerían desgracias!" Apenas su padre terminó de hablar, Sirenita le di un beso y se dirigió hacia la superficie, deslizándose ligera. Se sentía tan veloz que ni siquiera los peces conseguían alcanzarla. 
 
 De repente emergió del agua. ¡Qué fascinante! Veía por primera vez el cielo azul y las primeras estrellas centelleantes al anochecer . El sol, que ya se había puesto en el horizonte, había dejado sobre las olas un reflejo dorado que se diluía lentamente. Las gaviotas revoloteaban por encima de Sirenita y dejaban oir sus alegres graznidos de bienvenida. "¡Qué hermoso es todo!" exclamó feliz, dando palmadas. Pero su asombro y admiración aumentaron todavía: una nave se acercaba despacio al escollo donde estaba Sirenita. Los marinos echaron el ancla, y la nave, así amarrada, se balanceó sobre la superficie del mar en calma. Sirenita escuchaba sus voces y comentarios. "¡Cómo me gustaría hablar con ellos!".
 
 Pensó. Pero al decirlo, miró su larga cola cimbreante, que tenía en lugar de piernas, y se sintió acongojada: "¡Jamás seré como ellos!". A bordo parecía que todos estuviesen poseídos por una extraña animación y, al cabo de poco, la noche se llenó de vítores: "¡Viva nuestro capitán! ¡Vivan sus veinte años!". La pequeña sirena, atónita y extasiada, había descubierto mientras tanto al joven al que iba dirigido todo aquel alborozo.
 Alto, moreno, de porte real, sonreía feliz. sirenita no podía dejar de mirarlo y una extraña sensación de alegría y sufrimiento al mismo tiempo, que nunca había sentido con anterioridad, le oprimió el corazón. La fiesta seguía a bordo, pero el mar se encrespaba cada vez más. Sirenita se dio cuenta enseguida del peligro que corrían aquellos hombres: un viento helado y repentino agitó las olas, el cielo entintado de negro se desgarró con relámpagos amenazantes y una terrible borrasca sorprendió a la nave desprevenida. "¡Cuidado! ¡El mar...!" En vano Sirenita gritó y gritó. Pero sus gritos, silenciados por el rumor del viento, no fueron oídos, y las olas, cada vez más altas, sacudieron con fuerza la nave. Después, bajo los gritos desesperados de los marineros, la arboladura y las velas se abatieron sobre cubierta, y con un siniestro fragor el barco se hundió.
 
 Sirenita, que momentos antes había visto cómo el joven capitán caía al mar, se puso a nadar para socorrerlo. Lo buscó inútilmente durante mucho rato entre las olas gigantescas. Había casi renunciado, cuando de improviso, milagrosamente, lo vio sobre la cresta blanca de una ola cercana y, de golpe lo tuvo en sus brazos. El joven estaba inconsciente, mientras Sirenita, nadando con todas sus fuerzas, lo sostenía para rescatarlo de una muerte segura. Lo sostuvo hasta que la tempestad amainó. Al alba, que despuntaba sobre un mar todavía lívido, Sirenita se sintió feliz al acercarse a tierra y poder depositar el cuerpo del joven sobre la arena de la playa. Al no poder andar, permaneció mucho tiempo a su lado con la cola lamiendo el agua, frotando las manos del joven y dándole calor con su cuerpo. Hasta que un murmullo de voces que se aproximaban la obligaron a buscar refugio en el mar.
 
 "¡Corred! ¡Corred!" gritaba una dama de forma atolondrada. "¡Hay un hombre en la playa!" "¡Está vivo! ¡Pobrecito! ¡Ha sido la tormenta...! ¡ Llevémosle al castillo!" "¡No!¡No! Es mejor pedir ayuda..."
 
 La primera cosa que vio el joven al recobrar el conocimiento, fue el hermoso semblante de la más joven de las tres damas. "¡Gracias por haberme salvado!" Le susurró a la bella desconocida. Sirenita, desde el agua, vio que el hombre al que había salvado se dirigía hacia el castillo, ignorante de que fuese ella y no la otra, quién lo había salvado. Pausadamente nadó hacia el mar abierto; sabía que, en aquella playa, detrás suyo, había dejado algo de lo que nunca hubiera querido separarse. ¡Oh! ¡Qué maravillosas habían sido las horas transcurridas durante la tormenta teniendo al joven entre sus brazos! Cuando llegó a la mansión paterna, Sirenita empezó su relato, pero de pronto sintió un nudo en su garganta y, echándose a llorar, se refugió en su habitación. 
 
 Días y más días permaneció encerrada sin querer ver a nadie, rehusando incluso hasta los alimentos. Sabía que su amor por el joven capitán era un amor sin esperanza, porque ella, Sirenita, nunca podría casarse con un hombre. Sólo la Hechicera de los Abismos podía socorrerla.  Pero, ¿a qué precio? A pesar de todo decidió consultarla. "¡...por consiguiente, quieres deshacerte de tu cola de pez! Y supongo que querrás dos piernas. ¡De acuerdo! Pero deberás sufrir atrozmente y, cada vez que pongas los pies en el suelo sentirás un terrible dolor." "¡No me importa" respondió Sirenita con lágrimas en los ojos, "a condición de que pueda volver con él!" "¡No he terminado todavía!" dijo la vieja." Deberás darme tu hermosa voz y te quedarás muda para siempre! Pero recuerda: si el hombre que amas se casa con otra, tu cuerpo desaparecerá en el agua como la espuma de una ola. "¡Acepto!" dijo por último Sirenita y, sin dudar un instante, le pidió el frasco que contenía la poción prodigiosa.
 
 Se dirigió a la playa y, en las proximidades de su mansión, emergió a la superficie; se arrastró a duras penas por la orilla y se bebió la pócima de la hechicera. Inmediatamente, un fuerte dolor le hizo perder el conocimiento y cuando volvió en sí, vio a su lado, como entre brumas, aquel semblante tan querido sonriéndole. El príncipe allí la encontró y, recordando que también él fue un náufrago, cubrió tiernamente con su capa aquel cuerpo que el mar había traído. "No temas" le dijo de repente,"estás a salvo. ¿De dónde vienes?" Pero Sirenita, a la que la bruja dejó muda, no pudo responderle. "Te llevaré al castillo y te curaré." 
 
 Durante los días siguientes, para Sirenita empezó una nueva vida: llevaba maravillosos vestidos y acompañaba al príncipe en sus paseos. Una noche fue invitada al baile que daba la corte, pero tal y como había predicho la bruja, cada paso, cada movimiento de las piernas le producía atroces dolores como premio de poder vivir junto a su amado. Aunque no pudiese responder con palabras a las atenciones del príncipe, éste le tenía afecto y la colmaba de gentilezas. Sin embargo, el joven tenía en su corazón a la desconocida dama que había visto cuando fue rescatado después del naufragio.
 
 Desde entonces no la había visto más porque, después de ser salvado, la desconocida dama tuvo que partir de inmediato a su país. Cuando estaba con Sirenita, el príncipe le profesaba a ésta un sincero afecto, pero no desaparecía la otra de su pensamiento. Y la pequeña sirena, que se daba cuenta de que no era ella la predilecta del joven, sufría aún más. Por las noches, Sirenita dejaba a escondidas el castillo para ir a llorar junto a la playa.
 
 Pero el destino le reservaba otra sorpresa. Un día, desde lo alto del torreón del castillo, fue avistada una gran nave que se acercaba al puerto, y el príncipe decidió ir a recibirla acompañado de Sirenita. La desconocida que el príncipe llevaba en el corazón bajó del barco y, al verla, el joven corrió feliz a su encuentro. Sirenita, petrificada, sintió un agudo dolor en el corazón. En aquel momento supo que perdería a su príncipe para siempre. La desconocida dama fue pedida en matrimonio por el príncipe enamorado, y la dama lo aceptó con agrado, puesto que ella también estaba enamorada. Al cabo de unos días de celebrarse la boda, los esposos fueron invitados a hacer un viaje por mar en la gran nave que estaba amarrada todavía en el puerto. Sirenita también subió a bordo con ellos, y el viaje dio comienzo. Al caer la noche, Sirenita, angustiada por haber perdido para siempre a su amado, subió a cubierta. 
 
 Recordando la profecía de la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su vida y a desaparecer en el mar. Procedente del mar, escuchó la llamada de sus hermanas: "¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Somos nosotras, tus hermanas! ¡Mira! ¿Ves este puñal? Es un puñal mágico que hemos obtenido de la bruja a cambio de nuestros cabellos. ¡Tómalo y, antes de que amanezca, mata al príncipe! Si lo haces, podrás volver a ser una sirenita como antes y olvidarás todas tus penas." Como en un sueño, Sirenita, sujetando el puñal, se dirigió hacia el camarote de los esposos. Mas cuando vio el semblante del príncipe durmiendo, le dio un beso furtivo y subió de nuevo a cubierta. Cuando ya amanecía, arrojó el arma al mar, dirigió una última mirada al mundo que dejaba y se lanzó entre las olas, dispuesta a desaparecer y volverse espuma.
 
 Cuando el sol despuntaba en el horizonte, lanzó un rayo amarillento sobre el mar y, Sirenita, desde las aguas heladas, se volvió para ver la luz por última vez. Pero de improviso, como por encanto, una fuerza misteriosa la arrancó del agua y la transportó hacia lo más alto del cielo. Las nubes se teñían de rosa y el mar rugía con la primera brisa de la mañana, cuando la pequeña sirena oyó cuchichear en medio de un sonido de campanillas: "¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Ven con nosotras!" "¿Quienes sois?" murmuró la muchacha, dándose cuenta de que había recobrado la voz "¿Dónde estáis?" "Estas con nosotras en el cielo. Somos las hadas del viento.
 
 No tenemos alma como los hombres, pero es nuestro deber ayudar a quienes hayan demostrado buena voluntad hacia ellos." Sirenita , conmovida, miró hacia abajo, hacia el mar en el que navegaba el barco del príncipe, y notó que los ojos se le llenaban de lágrimas, mientras las hadas le susurraban: "¡Fíjate! Las flores de la tierra esperan que nuestras lágrimas se transformen en rocío de la mañana. ¡Ven con nosotras! 
 
FIN